Además de las revisiones rutinarias, hay que comprobar con frecuencia los niveles de los siguientes 4 líquidos del vehículo para mantenerlo en perfecto estado. ¡Sigue leyendo!
El refrigerante absorbe el calor de la combustión y lo saca al exterior del vehículo por el radiador. Si no comprobamos este producto y los niveles bajan, pueden producirse daños en el motor por el exceso de temperatura. Conviene revisarlo cada 20.000 o 30.000 km y sustituirlo cada dos años.
Todos conocemos las consecuencias catastróficas de no cambiar el aceite de nuestro coche o dejar que baje del nivel recomendado. Este líquido reduce el desgaste ocasionado por la fricción entre los diferentes elementos del motor.
Aunque este líquido nunca suele ser una de nuestras prioridades durante la revisión del vehículo, resulta crucial que nunca falte, pues de él depende la visibilidad y limpieza del parabrisas. Recomendamos comprobarlo con frecuencia para que nunca falte.
El líquido de frenos hay que revisarlo al menos dos veces al año o cada 10.000 km, según indique el fabricante. Cuando la eficiencia de este líquido disminuye, se alarga la distancia de frenado y se pone en juego nuestra seguridad.
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